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Helvética: 60 años desde el nacimiento de esta tipografía

¿Qué tienen que ver empresas como American Airlines, Orange, BMW o Nestlé con grupos de música como Oasis o U2 y con una señal que prohíbe arrojar basura al suelo? A priori no demasiado, pero en realidad el nexo que les une es tan relevante como la manera en que se muestran al público, al menos en lo que a su marca se refiere: todas ellas usan la misma tipografía, la Helvética.

“La Helvetica es como el perfume de la ciudad; es algo que usualmente no notamos, pero que extrañaríamos muchos si no estuviese allí”, opina Lars Muller, diseñador gráfico y publicista.

Seguramente, hoy habrás leído, al menos, un par de palabras escritas con Helvética: un logotipo, un cartel publicitario en la carretera, una señal colocada en cualquier calle…su ubicuidad es tan útil como preocupante e inadecuada para algunos; “La mayoría usa la Helvética porque es omnipresente. Es como ir a McDonalds en vez de pensar en comida. Entonces comamos mierda porque está en la esquina”, considera el diseñador gráfico y tipógrafo Erik Spiekermann.

En este 2017 que estamos a punto de despedir se cumplen justamente sesenta años del nacimiento de la Helvética, quizá la tipografía más utilizada y recurrente en el mundo actual, y diez de la publicación del documental homónimo que analiza cómo surgió esta fuente, acontecimiento debido en gran parte al anhelo de conceptos como regeneración, democratización o raciocinio de una sociedad que aún se reponía de los estragos de la II Guerra Mundial.

La película cuenta con entrevistas realizadas a algunos de los nombres más relevantes del diseño gráfico actual como los ya mencionados Lars Muller y Erik Spiekermann, además de Matthew Carter, Massimo Vignelli, Stefan Sagmeister, o David Carson, entre otros.

Creada a partir de la tipografía ya existente desde finales del siglo XIX Die Neue Haas Grotesk, la Helvética es una revisión de sus formas llevada a cabo por los tipógrafos Max Miedinger y Edouard Hoffmann, y tuvo que cambiar su nombre primigenio debido al difícil encaje que su denominación germánica tendría en  Estados Unidos.

Su irrupción significó un antes y un después en el mundo de la publicidad de los años 60; como  asegura el diseñador Michael Bierut, “Para muchas corporaciones (…) fue como salir de un desierto con la boca seca de sucio polvo y que de repente alguien te ofrezca un vaso de agua clara, refrescante, destilada y fría”.

La capacidad de la Helvética de portar cualquier tipo de mensaje y de elevar su contenido, derribando las barreras gráficas, hace que se utilice tanto en campañas publicitarias con claro ánimo transgresor o provocador, como por órganos del Estado: “Los gobiernos y las corporaciones aman la Helvética porque, por un lado, les hace parecer neutrales y eficientes, y por otro la suavidad de sus letras les hace ver casi humanos.”, cree Leslie Savan, media writer.

A lo largo de los 80 minutos del documental encontraremos voces que elogian y que denostan a la tipografía; sin embargo, lo que es unánime y gratificante es la contagiosa pasión con la que los entrevistados son  capaces de analizar, crear analogías, exponer datos o incluso divagar acerca de lo que para ellos es la Helvética, la tipografía y el diseño gráfico.